Sólo 111 de los 512 internos de la cárcel de Riohacha (La Guajira) han sido condenados.
Con el 412 por ciento de sobrecupo, vivir en el penal de Riohacha (La Guajira) es casi un milagro
Aunque la cárcel de Riohacha (La Guajira) fue diseñada para
albergar un máximo de 100 personas, un domingo en ese lugar se alcanzan a
reunir más de mil: los 512 presos que purgan su pena allí y los familiares que
ese día los visitan.
En el ambiente siempre se respira un olor a orines. Solo
hay dos baños y la falta de agua en la región les significa tener acceso al
servicio solo dos horas al día. Y aunque las enfermedades
pululan, solo hay una persona disponible para atender a los reclusos y el único
medicamento que tiene para recetar sirve para la gripa.
Los presos hacen sus necesidades fisiológicas en bolsas de
plástico, duermen en el suelo, en los pasillos y hasta en la enfermería en un
espacio que no puede superar las dos baldosas (60 centímetros). Las instalaciones en este centro carcelario son
tan pequeñas que para cuidar a esta población, el Inpec solo destinó seis
guardianes.
Si bien la Defensoría del Pueblo en el año 2007 interpuso una
acción popular y un juez les ordenó al Ministerio del Interior, al Inpec y al
municipio de Riohacha construir una nueva cárcel y tomar las medidas para
evitar el hacinamiento mientras esta se construía, hasta la fecha nada se ha
hecho.
Así lo afirma la defensora del Pueblo de La Guajira, Soraya
Escobar, quien asegura que en esta cárcel hay personas con problemas
siquiátricos, epidemias de varicela y hasta enfermos de sida que no están
recibiendo la atención adecuada. Uno de los afectados con esta situación es
Joiner Peralta, un joven de 21 años que esta semana cumplió un año detenido por
porte ilegal de armas.
Su familia asegura que lo capturaron luego de que lo sorprendieran
con una pistola, con la que intentó suicidarse luego de que le diagnosticaron
artritis reumatoidea y su carrera como futbolista se frustrara. "Hacía
parte de las divisiones inferiores del Independiente Santa Fe y cuando fue
desvinculado del equipo cayó en una gran depresión", contó su madre, Nidia
Brito Rodríguez.
Agrega que el estado de Joiner es crítico. Los medicamentos que
tenía que tomar para controlar la enfermedad que degenera su cuerpo no se le
pudieron seguir suministrando. Además, su problema siquiátrico se agravó, tanto
así que en la cárcel Riohacha se ha intentado suicidar en tres ocasiones.
Epidemias, la amenaza
Pero no es el único. La Defensoría asegura que las epidemias, como
la varicela, son frecuentes. En este momento hay 12 presos con esta enfermedad
y permanecen en cuarentena en la enfermería del penal.
Sonia, hermana de un recluso que lleva un mes en el centro
carcelario, calificó esta cárcel como un lugar "no apto para
humanos". Su
familiar le cuenta que en las celdas, en las que la temperatura supera los 35
grados centígrados, deben estar de pie uno al lado del otro y turnarse para
poderse sentar por unos minutos.
En las noches las puertas de las celdas se abren para que los que
puedan busquen un espacio para dormir en los pasillos.
"En ese momento todo se vuelve peligroso. Los detenidos de
alto perfil imponen su ley", señala una fuente en la cárcel. Allí hay más
de 100 presos señalados de ser integrantes de bandas criminales.
Ante esa situación, son constantes los amotinamientos de internos
que se quejan de las condiciones. Pero, señala la defensora Soraya Escobar, la
solución de las directivas es trasladar a los internos.
La funcionaria asegura que esto genera problemas en el sistema
judicial, pues los presos quedan lejos de los sitios donde se realiza su
juzgamiento y la imposibilidad de trasladarlos hace que los procesos se
alarguen y se incumplan las citas judiciales.
"La verdad es que
de los cinco vehículos con que cuenta la cárcel, solo tres funcionan a medias",
cuenta un guardián que prefirió reservar su nombre. Agrega: "Están en tan
mal estado, que se quedan varados en medio de la vía".
La solución que prevé el Gobierno para bajar los niveles de
hacinamiento en la cárcel de Riohacha y en las de toda la Costa Caribe es
construir una megacárcel. Está proyectada que sea levantada en Barranquilla; sin
embargo, aún las obras no se inician. Falta, por ejemplo, hacer los diseños,
abrir la licitación, entre otros.
ÁLVARO LESMES
Redactor de EL TIEMPO
No hay comentarios:
Publicar un comentario